En cada semilla está presente potencialmente la figura que se manifestará como el árbol frondoso, bajo cuyas ramas disfrutaremos un atardecer tranquilo y fresco. La esperanza es así; una promesa que no es visible, pero que dinámicamente moviliza nuestro ánimo hacia la búsqueda de una nueva realidad, motivada por un anhelo de felicidad y plenitud que está allí, en algún lugar de nuestra propia historia.
